Este es el alimento de mayor consumo e importancia en la dieta del pueblo mexicano. Sin embargo, se enfrenta a una gran problemática que muy pocos mexicanos conocen.
El consumo de tortilla per cápita ha caído más del 40% en poco más de 30 años. Esta dramática caída tiene importantes efectos en la agricultura, el comercio, la economía, pero sobre todo en la composición de la dieta del mexicano. Se ha hablado mucho sobre la relación que el consumo de refrescos ha tenido en el incremento de la obesidad y la diabetes. Sin embargo, poco se ha hablado de la caída tan importante en el consumo de tortilla. No solo debemos pensar en lo que hoy comemos, sino también en lo que dejamos de comer.
La mayor caída en el consumo de tortilla se observa en el medio rural, que es precisamente donde se concentra la población más pobre de nuestro país. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en México existen 11.4 millones de personas en condición de pobreza extrema, principalmente concentrados en las regiones rurales e indígenas del país. Resulta preocupante que la base de la alimentación mexicana esté siendo sustituida por otro tipo de alimentos. La dieta nacional ha cambiado y ello ha generado un incremento de enfermedades relacionadas con una mala nutrición tales como obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Es necesario generar investigaciones que estudien los efectos que la sustitución de tortillas genera en la salud de los mexicanos.
Por otro lado, las políticas de desarrollo social están generando grandes cambios en la alimentación de las comunidades rurales. Programas sociales como el PROSPERA están otorgando recursos en efectivo a miles de beneficiarios del medio rural. Estas transferencias gubernamentales han venido a perturbar las frágiles economías locales, las cuales no estaban acostumbradas a manejar tantos recursos monetarios.
Jamás en la historia las zonas rurales habían manejado tanto efectivo, sin embargo, aun a pesar de estas carretadas de dinero que el gobierno está canalizando, la pobreza sigue en aumento. La disponibilidad de efectivo en los pueblos mexicanos puede ser un arma de dos filos en materia de combate al hambre y la desnutrición, ya que desafortunadamente estos recursos muchas veces terminan generando un consumo de alimentos de bajo nivel nutritivo. Precisamente una de las más afectadas por este modelo es la tortilla de maíz, que muchos mexicanos están dejando de elaborar en sus casas por preferir otro tipo de alimentos ahora que tienen liquidez.
Diconsa es otro de los programas que está generando una afectación directa a la tortilla de maíz tradicional, ya que mediante este programa el gobierno federal está canalizando toneladas de harina de maíz industrializada, así como maíz en grano foráneo para sustituir al maíz y tortillas locales. Es importante estudiar la calidad nutricional, así como las implicaciones que la importación de estos productos está generando en las microeconomías rurales.
Cuando analizamos las posibles causas de la caída en el consumo de tortilla, debemos mencionar la más grave y dañina de todas. Se ha permitido que las grandes corporaciones cambien la composición, textura y sabor del principal alimento del pueblo mexicano. La introducción de la harina de maíz originó la aparición de una nueva “tortilla” la cual ha venido a reemplazar a la tortilla de maíz tradicional. Todo mexicano sabe que estas “tortillas” industriales carecen del sabor y calidad de la auténtica tortilla. Sin embargo, han logrado acaparar cerca del 50% del mercado nacional gracias al gran presupuesto que destinan las empresas para su promoción y al apoyo tácito por parte de las autoridades mexicanas. No es de extrañar que los mexicanos dejemos de comer tortillas, cuando estas se tornan cada día más malas; Es un buen momento para reflexionar sobre los efectos que las políticas públicas están generando en el combate a la pobreza y la desnutrición. Por mi parte quiero proponer que la problemática de la tortilla, el principal alimento de nuestro pueblo, se incluya de manera formal en la agenda de seguridad alimentaria.