De acuerdo con la tradición, estas fiestas dedicadas a conmemorar el triste peregrinar de José y María por los rumbos de Belem, se comenzó a celebrar en México desde tiempos de la Colonia.
Según los relatos tradicionales, el patriarca José, acompañado de su esposa María, caminó desde la ciudad de Nazaret a Belem para cumplir con sus obligaciones fiscales. Nueve días les tomó para arribar a su destino. Al llegar, la Virgen estaba a punto de dar a luz a su hijo Jesús. Al ser rechazados del mesón y de no pocos hogares, tuvieron que refugiarse en un establo que personas bondadosas les habían ofrecido. Este pasaje (conocido ahora como Las Posadas) se conmemora en varios países del mundo católico, México formando parte de estos países, durante los nueve días anteriores a la Nochebuena.
Las primeras posadas fueron profundamente religiosas y solemnes. Se llevaron a cabo en el siglo XVI, cuando San Ignacio de Loyola sugirió una serie de oraciones o “novenas” para celebrar la Navidad del 16 al 23 de diciembre, el ambiente solemne y reservado de los primeros años de la Colonia comenzó a desvanecerse poco a poco y, para 1796, el Arzobispo de México se quejaba del ruido que no cesaba durante las misas de aguinaldo, pues los mexicanos celebraban la llegada de Jesús al mundo con silbatos, matracas, tronidos de cacahuate y otras frutas, además de alegres canciones navideñas, que ya nada tenían que ver con la religión, pero todo esto en pleno servicio religioso, en nuestros días celebramos las posadas con fiestas más que con oraciones, aunque en recuerdo del origen de estas festividades navideñas todavía es frecuente en algunas regiones de México y del 16 al 23 de diciembre ver a los niños y adultos pedir la tradicional “Posada” cargando una representación de un pequeño nacimiento y, sosteniendo velitas encendidas. El objetivo principal es recolectar dinero para celebrar una gran fiesta en la que se parten piñatas llenas de fruta, dulces y en algunas ocasiones monedas.
Como todo festejo tiempo después esta fiesta se extendió hacia la vía pública. Las calles se llenaban entonces de mucha gente que con gran bullicio se formaba en procesiones. Había profusión de luces, tanto desde las ventanas de las casas como con las velas que llevaban cada uno de los participantes. Todos cantaban y bailaban, pero en el momento preciso se arrodillaban y rezaban. De esa manera, lo religioso y lo profano se fusionaron en una original mezcla de devoción y diversión que hizo de las posadas mexicanas algo muy bello y único en el mundo.
Para el siglo XIX Las Posadas se encontraban ya firmemente instaladas en el interior de las casas, pero las concentraciones en las calles y en las Iglesias no acabaron.
Existen reseñas de aquellos años que describen varios tipos de posadas llevadas a cabo por diferentes grupos sociales como los de la alta aristocracia, quienes celebraban con suntuosidad y sin escatimar en decoración, belleza y variedades de figuras para el nacimiento y fuegos artificiales. Se dice que en aquellos jolgorios había niños vestidos de ángeles que llevaban túnicas de tela metálica con hilos de plata o de oro, penachos de plumas blancas, zapatos de satín blanco, bordados en oro y una profusión de finos diamantes y perlas en cintas para la cabeza, broches y collares.
Por su parte, en las casas de la clase media se solía festejar durante nueve veladas. Los hogares eran adornados con heno, ramas de pino, farolas de papel o vidrio, y se celebraba la posada de manera muy parecida a la actualidad, pero con la diferencia de que en aquel tiempo se tronaban ruidosos cohetes y se rezaba al momento de la entrada de los peregrinos, después de pedir posada.
Desde la mitad del siglo XX, los adornos de faroles se reemplazaron por foquitos de colores y luces eléctricas. Ya no hay músicos en vivo y se tocan discos para alegrar la fiesta. En vez de hacer estallar cohetes se distribuyen a los invitados centellantes luces de bengala. Se comenzaron a obsequiar frutas, cacahuates y canastitas con colación a la gente mayor. En el pasado eran canastas de porcelana que se guardaban como recuerdo, pero más tarde se hacían de palma tejida o de cartoncillo, adornadas con papel de china de colores. Hoy en día la colación se reparte en bolsas de plástico con detalles navideños.
Actualmente no todas las familias conservan las costumbres del pasado y esto se ha cambiado durante los últimos lustros. En muchas ocasiones, las posadas se han convertido en bailes de salón, donde ya no se recuerda la razón del festejo. Sin embargo, vale la pena revivir la tradición de las posadas clásicas como lo hacen en algunas vecindades o conjuntos habitacionales donde todos los vecinos colaboran, y cada quien se encarga de algún aspecto de los preparativos para hacer la ocasión lúcida y agradable. Para ello, te presentamos lo necesario para organizar una posada tradicional mexicana:
– Peregrinos
– Libro de letanías
– Velas
– Colación
– Silbatos
– Canastas de papel o de palma
– Piñata
– Soga o mecate
– Fruta: cacahuates, mandarinas, limas, tejocotes, caña, etcétera
– Luces de bengala
– Papel picado
– Si se desea, se puede repartir atole, buñuelos y/o tamales a los invitados
Para la celebración:
– Se adorna la casa con faroles y a veces con manteles de papel picado.
– Para la procesión, los invitados deben formar una fila y cantar los párrafos de la letanía, al frente de ellos deben ir los Santos Peregrinos.
– Posteriormente, los asistentes se dividen en dos grupos: el primero pedirá posada fuera de la casa y el segundo se colocará dentro de ella para responder a los cantos y dar posada.
– Al terminar el acto religioso, se repartirá la colación en canastitas de papel, además de las luces de bengala y los silbatos.
– El momento más esperado de la posada llega: la ruptura de la piñata
– Una vez que se haya roto la piñata, se reparte una porción de fruta a cada invitado. Finalmente se dará por terminada la fiesta degustando un vaso con ponche o atole para contrarrestar el frío; éstos serán el complemento ideal de los tamales y los buñuelos hechos en casa.
Durante las posadas las piñatas son parte importante para su celebración ya que se llena con dulces, cacahuates y frutas de la estación: naranjas, limas, mandarinas, tejocotes, jícamas, cañas y otras. Se elige un lugar apropiado para romperla, de preferencia un jardín o un patio, se amarra con una soga fuerte y se cuelga de manera que pueda ser fácilmente subida y bajada.
Antes de romper la piñata, se acostumbraba que los niños cantaran “No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata”, sin embargo esta tradición hoy en día está prácticamente en desuso.
Uno o dos hombres fuertes deben tomar la cuerda y elegir al niño más pequeño, se le cubren los ojos con un pañuelo, se le pone un palo en sus manos, se le dan tres vueltas para que pierda la noción de la orientación y enseguida se le hace tocar con él la piñata. Los encargados del lazo suben y bajan la piñata para hacer difícil acertar el golpe. Por turno, pasan todos los niños que asisten a la fiesta, mientras los demás cantan:
Dale, dale, dale no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino, ya le diste una, ya le diste dos, ya le diste tres y tu tiempo se acabó.
Finalmente alguno de los muchachos logra romper la piñata que deja caer una lluvia de dulces y frutas; inmediatamente los niños se abalanzan sobre ellos y asegura su botín.
Se ha querido dar un significado moral a la ruptura de la piñata. Según esto, tanto por su vistosidad como por las lujosas golosinas que esparce, representa al diablo quien atrae al hombre con placeres superfluos. La persona vendada sería la fe que es ciega y se encarga de destruir al espíritu maligno; el palo encarna la virtud que vence la tentación para que al final la fe triunfe. Por otro lado, la piñata de estrella con siete picos supuestamente significa los siete pecados capitales.
Los Villancicos
Un villancico es una canción popular breve con estribillo. Se trata de una composición musical que nació en forma de canción profana y que obtuvo mucha popularidad cuando la gente comenzó a asociarla a la navidad. Poco a poco, los villancicos comenzaron a ser cantados en Templos e Iglesias.
Los primeros villancicos surgieron en el siglo XV a partir de la modificación de canciones populares más antiguas. El nombre proviene de las personas que solían cantar ese tipo de composiciones: los habitantes de las villas rurales (villanos).
Los villancicos se cantaban en fiestas populares, y las temáticas que trataban no siempre eran religiosas: se narraban situaciones amorosas o las noticias locales, y en algunos casos presentaban un contenido burlesco y satírico. En el siglo XVI, la Iglesia decidió promover la música en lengua vernácula durante las misas, con el objetivo de promover la evangelización.
De esta forma, los villancicos quedaron asociados a la religión, especialmente a festividades tales como la navidad. Las principales iglesias contaban con compositores y músicos que interpretaban las canciones en las misas o en las calles durante los períodos festivos.
Uno de los villancicos mas conocidos es el de “el peregrino” con el cual describen la jornada en el que José y María pedían posada para descansar, ya que María estaba a puto de dar a luz a Jesús.
Letra:
Los Peregrinos…
En el nombre del cielo,
yo os pido posada,
pues no puede andar,
mi esposa amada.
Los Hosteleros…
Aquí no es mesón,
sigan adelante,
no les puedo abrir,
no vaya a ser un tunante.
Los Peregrinos…
No sean inhumanos
Dennos caridad
Que el dios de los cielos
Se lo premiará.
Los Hosteleros…
Ya se pueden ir,
y no molestar
Porque si me enfado
Los voy a apalear
Los Peregrinos…
Venimos rendidos
Desde Nazaret
Yo soy carpintero
De nombre José
Los Hosteleros…
No me importa el nombre
Déjenme dormir
Pues yo ya les digo
Que no hemos de abrir
Los Peregrinos…
Posada le pido,
amado casero,
pues madre va a ser,
la reina del cielo
Los Hosteleros…
Pues si es una reina,
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche
anda tan solita?
Los Peregrinos…
Mi esposa es María
Reina del cielo
Y madre va a ser
Del divino verbo
Los Hosteleros…
Eres tú José
Tu esposa es María
Entren peregrinos
No los conocía
Los Peregrinos…
Dios pague señores
Nuestra caridad
Y os colme el cielo
De felicidad
TODOS…
Dichosa la casa
Que abriga este día
A la virgen pura
La hermosa María.
Entren Santos Peregrinos,
Reciban este rincón,
que aunque es pobre la morada,
os la doy de corazón.