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INOCENCIA EN MEDIO DEL NARCOTRÁFICO: la otra cara de la moneda

En la fotografía los niños del fondo están felices, al parecer en un mundo perfecto donde, en medio de cultivos de coca, ellos juegan a ser niños. Saltan sobre la tierra y el pasto húmedo, la niña de camisa azul espera su turno para saltar la cuerda y muestra sus dientes blancos que contrastan con su oscuro color de piel.

Pero en esta fotografía lo realmente impactante es el niño moreno que oculta sus ojos con dos hojas de coca, sólo permite ver su nariz achatada, una parte de su oreja izquierda y sus dos manos. Tal vez tenga una enfermedad en sus ojos y le de pena mostrarlos o esté tratando de curarlos por los poderes medicinales que posee esta planta; o quiere ocultar su identidad por ser menor de edad y no tener autorización de sus padres, o quizá su horizonte, su único objetivo de vida es aquella hoja, que para él es su sustento y que para muchos más significa muerte, violencia y desolación.

Lo más seguro es que ellos piensen que vivir en medio de cultivos de coca es igual o mejor que cultivar papa o maíz, o simplemente no saben qué es lo que brota de sus tierras, en las mismas donde ellos juegan, caminan, corren y viven.

Una fotografía sólo puede captar un instante, no sabemos qué pasó antes o después de tomarse la fotografía. De pronto el niño de camisa azul estaba jugando con las niñas del fondo a saltar la cuerda, puede que sean sus hermanas, primas o vecinas y haya decidido posar para el fotógrafo y dejó a las niñas atrás para pasar al primer plano.

Después de tomarse la foto, tal vez el niño volvió a jugar a la cuerda, o cambiaron y empezaron a jugar al escondite, o por qué no, al rey manda, y pasar por desapercibido su entorno, la selva en medio de la que viven.

El fotógrafo sabe lo que quiere, él conoce seguramente lo que pasó antes y lo que pasó después, pero lo que quería era ese instante, su objetivo era mostrar “la inocencia en medio de la coca”. Si hubiera mostrado los niños arrancando, secando, o empacando hojas, la imagen hubiera sido dura, pesada y sacaría del público una idea de lo duro que es el trabajo para estos menores, y si en cambio la imagen mostrara los cuatros niños saltando la cuerda, daría entender las condiciones en las que vive la población infantil de las comunidades afrocolombianas o hasta africanas.

En cambio ese instante es perfecto, logró el objetivo. Al mismo tiempo que ocultó la identidad de los menores, los ubicó en un plano en medio de sus vidas de niños y la vida de pobreza e indiferencia en las zonas cocaleras.

Periodista: Andreina Restrepo Carrascal.

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