En Mesoamérica, desde tiempos antiguos, el temazcal, “baño de vapor”, ha desempeñado un papel importante en la vida social y religiosa. El temazcalli (del náhuatl: tema, “vapor”, y calli, “casa”) puede definirse como “casa de baño de vapor”. En la zona maya se conocía como zumpulcheé, aunque actualmente se conoce como chuj, en mam; chu, en kanhobalán; tuj, en quiché, y pus, en tzeltal. Los tarascos lo llaman huriguequa; los totonacos, saq, y en Tajín se conoce como xiaca.
La mayoría de los vestigios arqueológicos de temazcales se han localizado dentro de centros ceremoniales, frecuentemente asociados a juegos de pelota. Su construcción era similar a la de los palacios y templos, y su tamaño, en comparación con los ejemplares modernos, muestra que eran edificaciones de gran importancia. En Mesoamérica se han localizado ejemplos arqueológicos de temazcales en sitios del área maya como Palenque, Chichén Itzá, Piedras Negras, San Antonio, Quiriguá, Agua Tibia y Los Cimientos-Chustum. En e l Altiplano Central se han encontrado temazcales en Tlatelolco, Xochicalco y Teotihuacan. En la Costa del Golfo y Puebla se han localizado en Filo-Bobos y Cantona.
Las representaciones pictográficas de temazcales de la época prehispánica son numerosas y se encuentran en códices como Magliabechiano, Tudela, Vaticano B, Borgia y Aubin. En ellas se puede apreciar que el techo podía ser de dos aguas, plana o con forma de cúpula. La excavación de algunos ejemplos muestra que su planta podía ser rectangular, cuadrada o circular. Asimismo, se construían sobre un terreno o eran semisubterráneos o subterráneos, y podían llegar a albergar hasta 30 personas. Los materiales de construcción incluían piedra con barro, adobes, carrizo o piedra tallada. El piso solía ser de tierra apisonada -en algún caso quemada-, estucado o empedrado, con o sin drenaje. La manera de obtener el vapor era variable: por calentamiento de piedras o de fragmentos de cerámica, sobre los que se arrojaba el agua que provocaba el vapor. En otros casos el horno se encontraba junto al baño, para calentar una pared sobre la que se arrojaba agua.
De acuerdo con cronistas del siglo XVI como Sahagún, Durán y Clavijero, la función del temazcal era variada: higiénica, de tratamiento postparto, religiosa y terapéutica. Esta última servía para curar enfermedades relacionadas con el concepto frío-calor.
Entre las culturas mesoamericanas el temazcal tuvo una función ritual y un significado cosmológico. Su ubicación junto a juegos de pelota indica que sus funciones sagradas estuvieron ligadas con el ritual del juego. El temazcal representaba el interior de la Tierra y era un lugar de tránsito entre el mundo de los vivos y el inframundo. Se le concebía como la entrada al “más allá”. La ubicación de algunos ejemplares arqueológicos al poniente del juego de pelota quizá represente el punto en que cuerpos celestes como Venus, el Sol y la Lun
a descendían hacia la región subterránea, viajando por el inframundo -simbolizado por el juego de pelota-, para aparecer nuevamente por el oriente. Este fenómeno, ligado a los ciclos terrestres, estaba. íntimamente relacionado con el culto a la fertilidad.