Como típico mexicano crecimos escuchando a tus abuelas y a tus padres decir estas frases. Seguramente sabes muy bien lo que significan y cuándo usarlas, pero ¿cuál es su origen?
1. Ya nos cayó el chahuistle
El Chahuistle es un hongo que afectaba comúnmente los sembradíos de maíz y que, a diferencia del huitlacoche, éste no es comestible, y por su culpa se desperdiciaban miles de piezas de maíz. Chahuistle es una palabra de origen náhuatl (chauitztli) que significa “enfermedad del maíz”.
2. Voy a chacharear
Antiguamente en los mercados sobre ruedas se vendían “cositas antiguas” y de poco valor a las que nombraron “chácharas”.
3. Hecho la mocha
A principios del Siglo XX la gente vivía sorprendida por la novedad de los ferrocarriles, los cuales por su gran tamaño y peso, tardaban muchísimo tiempo en trasladarse de un lugar a otro. Un día apareció una nueva locomotora que tenía la punta menos alargada a comparación de los demás, dando la impresión de “estar mocha” (cortada). Esta locomotora era mucho más rápida que las demás. Pronto se corrió la voz de que aquel ferrocarril, “La Mocha”, lograba alcanzar velocidades alucinantes (para aquellos tiempos).
4. Sepa la Bola
En la época de la Revolución Mexicana existía un grupo de personas conocido como “La Bola” conformado por gente con variados estilos de vida, desde amas de casa, obreros, estudiantes, hasta ex militares. Ellos fueron los principales rivales de Porfirio Díaz. El problema es que era un grupo tan desorganizado, por falta de líder, que muchas de sus acciones no tuvieron la fuerza necesaria o eran verdaderos actos vandálicos donde difícilmente se podía apuntar a un responsable. Así, la expresión “sepa La Bola”, originalmente se refería a que no se podía señalar a ningún culpable.
5. Me hace lo que el viento a Juárez.
Sobre esta expresión hay dos teorías, ambas hacen referencia a Benito Juárez. La primera dice que cuando era pequeño e iba a bordo de una canoa durante una cacería, un gran ventarrón trató de volcar su barca pero él salió ileso. La otra teoría habla de un mural donde aparece Benito con su típico peinado de raya a un lado, intacto y con cada pelo en su lugar, a pesar de que atrás de él se observa una gran bandera que está siendo violentamente agitada por tanto viento.
6. Cuando el tecolote canta, el indio muere
La palabra “tecolote” proviene del náhuatl “tekol” que significa “maligno”. Con este nombre los antiguos indígenas llamaban a los búhos y creían que cuando estos cantaban era para augurar un mal próximo.
7. Viejo rabo verde
Hace muchos años el color verde se asociaba a la frescura de la juventud, por lo que un viejo verde o rabo verde era aquel que a pesar de ser un anciano tenía un espíritu joven. Así es, anteriormente no era una frase despectiva. Fue hasta el siglo XIII que adquirió un tono ofensivo al asociar que estos viejos también conservaban esa lujuria y deseo sexual juvenil y no temían expresarla.
8. No hay quinto malo
Expresión heredada de los taurinos. Anteriormente la selección de toros para una corrida no se hacía al azar como se hace hoy en día. El dueño del ganado se encargaba de dar el orden y se rumoraba que el quinto toro era siempre el más bravo. Un truco para crear expectativa en el público y obligarlos a quedarse. Pero la gente siempre sospechaba que ese quinto toro no era tan “malvado” como se pensaba.
9. Se petateó
El petate, del vocablo náhuatl “petlatl”, es una especie de alfombra tejida con las fibras de la planta llamada “palma de petate”. Era utilizada por los prehispánicos para secar al sol sus semillas y también para dormir sobre ella, evitando así el contacto directo son el suelo frío o las hierbas húmedas. Cuando alguien fallecía la tradición era envolver al difunto en su petate para ser después cremarlo o sepultarlo (según la tradición de la región o el nivel socioeconómico).
10. En un santiamén
Las misas de antes eran en latín y como nadie entendía nada, pues eran muy tediosas para los asistentes, y por eso muchos no veían la hora de irse pero sentían la presión social de quedarse a escucharla toda. El santiamén se refiere a las palabras con las que termina una misa en latín “In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, Amén”. Por eso nuestros abuelos sólo escuchaban “santi-amén” (Sancti amén) y sabían que la tortura había terminado.